Las personas que experimentan problemas de pérdida de cabello por distintas razones pueden conseguir resultados de aspecto natural y duradero con el trasplante capilar. En este procedimiento se trasladan los propios folículos pilosos del paciente a la zona receptora previamente planificada. Al tratarse del propio cabello de la persona, la apariencia en el área trasplantada es muy similar al crecimiento natural y, en general, no se presentan problemas de adaptación.
Los folículos pilosos de la región donde no se observa pérdida de cabello (zona donante) se extraen y se implantan cuidadosamente en la zona donde existe afinamiento o calvicie. Así se completa el proceso de trasplante capilar. Tras la intervención, el paciente suele volver a su vida cotidiana en poco tiempo.
El paciente puede librarse de forma duradera del problema estético que provoca la caída de cabello. Aun así, los resultados, el tiempo de recuperación y la duración del efecto pueden variar de una persona a otra.
El trasplante capilar se aplica, en general, a personas con pérdida de cabello permanente o con áreas de calvicie estable. Puede realizarse tanto en hombres como en mujeres, siempre que la zona donante sea suficiente y el estado de salud general lo permita.
Está indicado para quienes:
Antes de programar la intervención se realiza la evaluación clínica y un análisis de sangre. El objetivo es descartar problemas de salud que puedan suponer un riesgo durante la cirugía o la anestesia y valorar si el trasplante es adecuado para esa persona.
Las personas con determinadas enfermedades sistémicas, problemas de coagulación o infecciones activas deben ser valoradas con especial atención. En presencia de enfermedades de transmisión sanguínea o sexual, como hepatitis o VIH, la indicación del trasplante capilar, las medidas de protección y la viabilidad del procedimiento se deciden de forma individual por el médico responsable y el centro donde se realizará la intervención.
En algunos casos, si el especialista considera que el estado general de salud del paciente no es adecuado, puede recomendar posponer el trasplante o evitarlo. Esta decisión se toma siempre con el objetivo de proteger la seguridad del paciente.
Una vez completada la evaluación previa al trasplante y confirmada la idoneidad del paciente, se planifica la intervención. El día de la operación se aplica anestesia local en la zona donante y en la zona receptora para que el paciente no sienta dolor.
En primer lugar, se rasura o prepara la zona donante, normalmente situada en la parte posterior o lateral de la cabeza. A continuación, los folículos pilosos se aflojan con la ayuda de un micromotor o instrumento especial y se extraen uno a uno o en pequeñas unidades foliculares.
Después de la extracción, el área donante se limpia y se protege con vendajes si es necesario. En la zona receptora, donde se va a implantar el cabello, se diseña la línea frontal y la distribución de los folículos en función del plan acordado con el paciente.
Con un dispositivo o bisturí especial se abren microcanales en la dirección y el ángulo deseados. Posteriormente, los folículos extraídos se colocan uno a uno en estos canales.
Tras completar la implantación, se revisan las zonas donante y receptora y se realizan las curas iniciales. El paciente suele recibir el alta el mismo día.
En los días posteriores pueden aparecer pequeñas costras y enrojecimiento en el área trasplantada; estas molestias suelen disminuir gradualmente a lo largo de las primeras semanas. Las cicatrices, si se presentan, suelen ser mínimas y poco visibles cuando la técnica se aplica correctamente.
La técnica más adecuada se decide tras la valoración del especialista, teniendo en cuenta el tipo de caída, la densidad de la zona donante, la edad y las expectativas del paciente. Entre las técnicas de trasplante capilar más utilizadas se encuentran:
Técnica FUE clásica: En la técnica FUE clásica, los folículos pilosos se extraen individualmente de la zona donante y se implantan en la zona receptora. Se realizan pequeñas incisiones puntuales, por lo que no quedan cicatrices lineales visibles.
Es una técnica muy extendida que permite una recuperación relativamente rápida.
Técnica FUE “oro”: En algunas clínicas se denomina “FUE oro” a variantes de la técnica FUE en las que se utilizan herramientas más finas o puntas especiales, como las de zafiro. Estas permiten abrir canales más delicados.
En muchos casos no es necesario rasurar completamente la zona receptora. Esta técnica se prefiere por su confort, por el aspecto natural y por el rápido retorno a la vida social, aunque puede variar según el centro.
Técnica FUE MP: Esta variante se orienta a conseguir un aspecto más denso en la zona receptora, planificando la dirección y distribución de los folículos de manera muy cuidadosa. El objetivo es lograr resultados de apariencia natural y duradera.
La idoneidad de esta técnica se decide según la calidad de la zona donante y las expectativas del paciente.
Técnica micro FUE: En la técnica micro FUE se utilizan micromotores y punches de menor diámetro para extraer las unidades foliculares, lo que ayuda a preservar mejor los tejidos.
Primero se diseña la línea frontal y luego se delimitan las áreas donante y receptora. Después se extraen e implantan los folículos con instrumentos muy finos.
La elección entre estas técnicas depende del diagnóstico, de la extensión de la alopecia y de la experiencia del equipo médico. El especialista explicará al paciente las ventajas y limitaciones de cada una.
Algunos aspectos generales a tener en cuenta antes del trasplante capilar son:
Estas recomendaciones pueden variar según el paciente y la clínica. Por ello es importante seguir las instrucciones específicas del equipo médico.
El tiempo total de recuperación y el resultado final pueden variar según la técnica, las características del paciente y los cuidados posteriores. Por ello es fundamental asistir a las revisiones y consultar cualquier duda con el equipo médico.